lunes, 19 de mayo de 2008

Flora: El Araguaney

El Araguaney

Esta impresionante planta de la familia de las Bignoneáceas, ha sido decretada como el árbol emblemático de Venezuela. El nombre es de origen indígena (Caribe) y describe a varias especies del Género Tabebuia, del cual chrisantha es la especie emblema.
Es un árbol de mediano tamaño, cuyo tronco puede crecer derecho o torcido, en bosques de ambientes secos, en bordes de sabanas, valles o lomas áridas, hasta alturas de 1.200 metros. Se distingue por una floración masiva, que se presenta fulgurante luego de botar sus hojas por la sequía.

Es un árbol de madera dura, compacta, de peso específico entre 1,25 y 1,50. Está entre las más duras del trópico americano, ya que si se lanza al agua un pedazo, éste se hunde como una roca. Se ha usado para postes y también como durmientes para los rieles de los ferrocarriles.
Su floración es masiva y dura varios días. Todos los individuos del área florecen sincronizadamente, unos cuatro días después de una de las escasas lluvias que nos sorprenden en medio de la sequía. La floración masiva es muy atractiva para las distintas abejas que las polinizan y para los tucusitos y otros pájaros que le roban el néctar.

Riqui-Riqui

Riqui-riqui áureo

Los platanillos o riqui-riquis pertenecen a la familia de las Musáceas, igual que las especies de frutas comestibles como las bananas o cambures. Los platanillos, conforman un género de valor ornamental. La Heliconia aurea -en la fotografía- es una especie de gran belleza estética.
Según el Botánico Venezolano Leandro Aristeguieta, en el país se han reportado unas veinte especies, y estima que, cuando se estudien en más detalle las selvas de Amazonas y Bolívar, la diversidad llegará a sumar unas treinta especies.

Las espatas –hojas modificadas que albergan a las flores- muestran una variedad de formas, tamaños y colores entre las especies que conforman el género. La mitad de las especies venezolanas poseen inflorescencias colgantes. La otra mitad tiene inflorescencias erectas como la de H. aurea. Algunas especies, como la Heliconia mariae, llegan a medir hasta seis metros de alto.

Crecen en ambientes selváticos tropicales y subtropicales, en toda Venezuela. Las especies con inflorescencias erectas, conservan agua en las brácteas, formando así pequeñas peceras en las que se desarrollan las larvas de insectos y ranitas de la selva.

La Superba del Orinoco


La Superba del Orinoco


Esta interesante orquídea, oriunda de las selvas de los estados Amazonas y Bolívar, es una de las joyas de la flora de las regiones al sur del Orinoco. Pertenece al género Cattleya, el cual está representado por una veintena de especies distribuidas desde México, hasta Brasil, adornando con impresionantes flores los ambientes de selva de todo el Continente.
En Venezuela se conocen cuatro de especies del género, entre ellas, la Flor de Mayo, -nuestra Flor Nacional- conocida por los científicos como Cattleya labiata var. Mossiae. En el país se conocen cinco variedades de la Cattleya labiata, a saber: labiata, gaskeliana, luddenmanniana, percivaliana y mossiae.

La Superba del Orinoco es una especie muy particular. Sus pseudo bulbos ostentan dos hojas cada uno y producen tres flores muy hermosas, de color lila, que poseen un lávelo o labio de tres lóbulos, de color violeta púrpura oscuro. El centro del labelo presenta una mancha amarillenta adornada por delicadas líneas de color fucsia.

En 1964, el Dr. Ernesto Foldats, Botánico de la UCV -Premio Científico Internacional de La Fundación Creole- publicó, la revisión de más de 1000 especies de orquídeas de Venezuela, estimando encontrar hasta un total de 1200 especies de orquídeas cuando se investigue todo el país.

ECOSISTEMAS: Bosques Deciduos


Bosques deciduos


El clima estacional del llano parece no afectar mucho al bosque tropical de la zona. Es cierto que la carestía de agua durante la época de sequía e un factor limitante de la vida, pero el bosque de los llanos casi siempre crece y se desarrolla en suelos que de algún modo tienen constante suministro de agua. Estos bosques son llamados secos o deciduos, debido a que están constituidos por especies de árboles capaces de botar sus hojas, como un mecanismo de conservación de agua cuando la sequía aprieta.


El grado de caducidad del bosque es variable, ya que no todas las especies de árboles del bosque pierden la hoja. Por eso, se pueden observar copas sin hojas entre otras que todavía se mantienen verdes. El bosque de galería, en cambio, crece a orillas de los ríos y como sus raíces están en constante contacto con el agua, inclusive en la época de sequía, no están sometidos a un estrés que le haga botar sus hojas.


En gran parte, las especies maderables de estos bosques han sido explotadas por su gran valor para la industria, como el apamate, la caoba, el cedro, el acapro, el mijao y el saquisaqui. Entre las que persisten, un grueso número, son aquellas que tienen mayor valor como productoras de frutos y semillas que utilizan los animales de cría. El guásimo, la guama, el coco-e-mono, y muchas otras son de las más conocidas.
La estructura física del bosque seco, presenta casi siempre tres doseles. Uno de gramíneas y pequeños arbustos cerca del suelo, otro un dosel medio de árboles pequeños hasta los cinco o seis metros y el dosel de los árboles más grandes, superando a veces los treinta metros de alto. Entrelazadas, trepando hasta sobre las copas, viven las lianas o enredaderas que muchos animales usan como sus escaleras entre las copas.

El Paramo


El páramo


Las zonas entre 3.000 y 4.500 metros de altura de Los Andes de Venezuela, Colombia, Ecuador y el norte del Perú, son ambientes templados llamados páramos. Allí, la temperatura, la humedad, la insolación, la precipitación y el viento, producen un clima extremo impredecible.
El Frailejón con sus flores amarillas adorna el páramo en octubre; las margaritas moradas del Tabacote, las flores fucsia y amarillas del Chispeador, el azul y blanco del Chocho, el rojo, verde y amarillo de la Bandera Española, el amarillo chillón del Saní, la Salvia purpúrea y la rojiza Cizaña, conforman el colorido caleidoscopio del Páramo.

El Cóndor de Los Andes y el Águila Real son las aves más grandes del lugar. Entre las pequeñas, la Paraulata o Siote, el correporsuelo y el chivito de páramo o tucusito, disfrutan de las frías pero asoleadas mañanas. El Conejo y la Musaraña abundan pero resulta muy difícil verlos.
Vivir en el Páramo, cerca del cielo, es poder atravesar las nubes, congelarse o quemarse cada veinticuatro horas debido a las temperaturas bajas y a la insolación. Es otear ensimismado el paisaje y pasar el frío tomando chocolate caliente o un "calentaíto" mientras el atardecer se refleja sobre la laguna.

Selva Nublada



La selva nublada


A partir de 800 metros de altura sobre el nivel del mar, y hasta más arriba de los 2.500 metros, nuestras cordilleras montañosas provocan condensaciones de vapor de agua atmosférico que, en forma de nubes, envuelve casi constantemente estos parajes.
Las selvas que se desarrollan en las cumbres y en los costados de las montañas tropicales están constantemente inmersas en esas masas nubosas. Durante la época de lluvias, la nubosidad predomina en las frescas madrugadas y las tardes. Durante las horas más asoleadas, las nubes se disipan para mostrar el fulgurante verdor de la montaña.
El clima a esas alturas con una temperatura media de 19 grados centígrados, es casi perfecto. Allí no existe el calor extremo de las selvas tropicales ni el frío extremo de las grandes cumbres de Los Andes.

En ese ambiente acogedor, viven muchas especies de plantas y animales. En medio del dominante verdor de la selva, destacan joyas coloridas, en forma de flores, insectos, ranas y pájaros. Como el agua de las nubes envuelve todos los espacios, las plantas se dan desde el suelo, hasta sobre la última rama del árbol gigante cuya copa forma el techo de la selva.

Los Palmares



Los Palmares
Los Palmares
En casi todos los ambientes llaneros de relieve más bajo, donde se acumula el agua temporal o permanentemente, podemos apreciar la aparición del palmar como una comunidad biológica o elemento paisajístico de singular importancia. Sin duda que el régimen climático de Los Llanos, con un período seco y otro lluvioso alternándose cada seis meses, hace que no sea fácil vivir donde ocurren esos grandes cambios.
Los palmares, conformados por la Palma Llanera o la Palma de Moriche ocupan precisamente las áreas más bajas e inundables de los llanos. La Palma Llanera vive en áreas que están bajo el agua durante seis meses y durante otros seis meses están secas. Nunca viven en lugares que están permanentemente secos o permanentemente aguachinados. Los Moriches, en cambio, necesitan que el agua esté bañando permanentemente a sus pies.

Estas palmas son útiles al hombre del llano: la palma llanera aporta estantillos para las cercas, hojas secas para los techos de viviendas, frutos para el forraje de los animales; el Moriche, por su parte, se destaca por sus frutos abundantes y carnosos y por sus hojas, cuya fibra es muy utilizada en cestería y otros trabajos como la confección de chinchorros. Hay toda una cultura indígena autóctona de cestería con la fibra de moriche dondequiera que esta palmera crece.
En el morichal siempre hay agua, debido a que su origen es freático y aunque no llueva en el sitio el nivel se mantiene igual. El palmar no siempre tiene agua, debido a que ella proviene de las lluvias o de los desbordes de los ríos.


En la época seca la sabana permanece sin agua. Esto hace que flora y la fauna de ambos ambientes llaneros sean muy diferentes. La fauna del morichal vive en él durante todo el año. La del palmar emigra o se refugia en lugares seguros durante la sequía o la inundación, según sean sus hábitos y preferencias.

Sabanas Llaneras



Las Sabanas llaneras


Las sabanas llaneras conforman uno de los paisajes de mayor impacto visual en el Llano venezolano. En ellas divisando hasta el horizonte, podemos ver las nubes conformando la tormenta e invadir los cielos y humedecer el suelo que las alimenta; podemos ver el humo de las quemas tornando gris el perfil del pasto seco; podemos ver las garzas en vuelo y las corocoras, surcando sobre nuestras cabezas.

Un régimen de lluvias de seis meses de sequía y seis meses de precipitaciones, hacen de las sabanas llaneras un ambiente de extremas condiciones de vida. La vegetación rala de gramíneas, obedece a que a menos de un metro de profundidad, existe una costra de suelo dura, impenetrable, que no permite el crecimiento de árboles muy grandes. Sencillamente no se alcanza el agua bajo estos suelos duros, e impenetrables.

Hay muchas clases de sabanas en los llanos venezolanos. La que ilustramos es típica de la Mesa de Guanipa, en el centro del estado Anzoátegui. La vegetación dominante es la “paja peluda”, (el Trachipogon de los botánicos) dispuesta en macollas y cubriendo grandes espacios en los cuales de vez en cuando se observa un arbolito. Estos son los chaparros y alcornoques, resistentes al fuego de la sabana que es frecuente en el verano.
La flora está representada por un estrato herbáceo y un estrato de chaparros en la sabana. En los bosquecitos aislados llamados “Matas” y en las costas de los ríos crecen árboles más grandes. En las zonas inundadas de estas sabanas, crece la palma Moriche. Los venados caramerudos, los conejos y variadas especies de aves pueblan estos lugares de ensueño. El hombre los ha utilizado para la caza y para el cultivo extensivo de vacunos.